Con la demencia de un soprano cantando bajo el agua,
con la tolerancia de un insecto en las llamas,
con el castigo a un burro ciego,
con el prestigio del cilindrero;
por cada camino paso sin estruendos,
sigo de largo, tropiezo y camino de nuevo.
Cada caída es distinta, cada sufrir de texturas
amargas, se tornan en sabores detonantes.
La destruyo, cada vereda mal habida,
es volada en mil pedazos por mi discordia,
cada aleteo de dolor,
es sofocado con una inminente explosión.
Todo se va convirtiendo en añicos,
hasta lograrme moribundo
y por fin en la paz del olvido,
empezar por los andares del destino.
Caminante, soñador,
hasta encontrar un nuevo presagio,
al cual acudir emprendedor,
para ser destruido tras el inevitable hedor:
Un fracaso merecido, connivente,
esperanzado en el detonador
que se esconde tras el ala izquierda,
lleno de pólvora-sufrimiento, la mas remota adicción.
30/11/2010
(Hermosillo, Sonora)